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lunes, 11 de julio de 2016

El cigarrillo y el daño a la boca

El tabaco tiene un efecto tóxico en la boca, como todo el mundo sabe. Reduce la capacidad de defensa del organismo ante la presencia de bacterias destructoras. Promoviendo un incremento en la pérdida de hueso alveolar, formación de bolsas periodontales, mayor pérdida de inserción de los dientes, retracciones gingivales y provocando movilidad dental. Fumar interfiere en la cicatrización, así como propicia una menor respuesta en procedimientos de regeneración de los tejidos bucales, y reduce drásticamente el éxito en la osteointegración de implantes e injertos óseos. El tabaquismo se correlaciona fuertemente con la destrucción periodontal en adultos jóvenes entre la segunda y tercera década de vida, con un efecto más pronunciado en mujeres.
El tabaquismo se asocia con lesiones bucales y con un amplio espectro de enfermedades sistémicas, incluidos accidente cerebrovascular, coronariopatía, enfermedad de las arterias periféricas, úlcera gástrica y cáncer bucal, laringe, esófago, páncreas, vejiga y cuello uterino. También es causa principal de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y factor de riesgo para niños de bajo peso al nacer. Alrededor del 50% de los fumadores habituales mueren a consecuencia del tabaquismo.
El fumar no sólo provoca dientes amarrillentos, sino que es causa de muchas alteraciones en la cavidad bucal y en los dientes particularmente. Como el daño se ocasiona progresivamente los pacientes suelen restarle importancia, pero es muy importante poder valorar la salud y la calidad de vida sin el hábito de fumar.

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